El sector automotriz se enfrenta a un nuevo desafío debido a la implementación de un arancel del 25% sobre las autopartes importadas por Estados Unidos, afectando también el comercio con México y Canadá, aliados del T-MEC. Esta regulación, que comenzará a aplicarse el 3 de mayo, obliga a los fabricantes a rastrear el origen de cada componente utilizado en la fabricación de vehículos, añadiendo un nivel de complejidad nunca antes visto en las cadenas de suministro de la industria.
El desafío de la localización de componentes
El reto del rastreo de componentes
Para los productores, ajustar su operación a esta normativa significa tener que seguir y documentar el origen de cada una de estas piezas en una red de suministro que, frecuentemente, atraviesa la frontera hasta ocho veces antes de alcanzar su destino final. Alberto Bustamante, especialista en la industria automotriz, destaca que esto representa «un esfuerzo imponente», ya que fuerza a las compañías a detallar los materiales y procesos de cada proveedor en la línea de producción.
Efectos en México y Canadá
México, que en 2024 se reafirmó como el principal proveedor de piezas automotrices para el mercado estadounidense con un 43.18% de las importaciones, será uno de los países más perjudicados. Las exportaciones de autopartes mexicanas hacia Estados Unidos llegan a sumar cerca de 100,000 millones de dólares al año, con la mayor parte destinada a plantas de ensamblaje de autos. Canadá, con una cuota del 9.59%, también se verá afectado, mientras que otros suministradores clave como China (7.95%), Japón (7.46%) y Corea del Sur (4.77%) enfrentarán desafíos similares.
Aunque México y Canadá tendrán la opción de deducir el porcentaje de valor estadounidense de sus productos para disminuir el impacto del arancel, esto no evitará por completo el pago. Asimismo, el proceso de certificación resultará ser oneroso y complejo, debido a la fragmentación de las cadenas de suministro y las diversas interpretaciones sobre qué se considera «contenido estadounidense».
Aunque México y Canadá podrán deducir el porcentaje de valor estadounidense de sus productos para reducir el impacto del arancel, esto no exentará completamente el pago. Además, el proceso de certificación será costoso y complicado, debido a la fragmentación de las cadenas de suministro y las diferentes interpretaciones de lo que constituye «contenido estadounidense».
Costos y riesgos para la industria
Además, estas acciones podrían fomentar la relocalización de proveedores dentro de Estados Unidos, en consonancia con la estrategia de reforzar la manufactura nacional. No obstante, la aplicación de estos sistemas también impactará la rentabilidad de las compañías mexicanas y canadienses, que dependen de Estados Unidos para el 86.8% y el 75% de sus exportaciones de piezas de autos, respectivamente.
Incertidumbre en las políticas comerciales
La falta de claridad respecto a los métodos de comprobación del contenido estadounidense introduce un grado de incertidumbre en la industria. La interpretación de términos como «transformación sustancial» puede diferir, provocando disputas comerciales y ajustes en las políticas de aranceles. Esta circunstancia plantea una disyuntiva para los fabricantes: invertir en sistemas de trazabilidad para satisfacer las nuevas exigencias o considerar mercados alternativos fuera de Estados Unidos.
Proyecciones y retos
Las nuevas normativas arancelarias suponen un enorme reto para los productores de autopartes en México y Canadá, poniendo en riesgo la competitividad del sector y aumentando la presión sobre las cadenas de suministro a nivel mundial. Aunque estas medidas pretenden fortalecer la fabricación estadounidense, su aplicación podría provocar tensiones comerciales y afectar la integración económica en América del Norte.
Las nuevas reglas arancelarias representan un gran desafío para los fabricantes de autopartes en México y Canadá, poniendo en jaque la competitividad del sector y aumentando la presión sobre las cadenas de suministro globales. Aunque estas medidas buscan fortalecer la manufactura estadounidense, su implementación podría generar tensiones comerciales y afectar la integración económica en América del Norte.
La industria automotriz deberá adaptarse rápidamente para cumplir con los nuevos requisitos, enfrentando costos adicionales y posibles cambios en su modelo de negocio. Este nuevo panorama podría redefinir las relaciones comerciales en el sector y marcar un antes y un después en la forma en que se gestiona la producción y distribución de autopartes.