En una ceremonia solemne celebrada en el Salón General Augusto C. Sandino, la Asamblea Nacional de Nicaragua otorgó la Orden General Benjamín Zeledón, Apóstol de la Libertad, a los miembros del Comando Rigoberto López Pérez. Este homenaje se realizó en conmemoración del 47 aniversario de la histórica Toma del Palacio Nacional, acción que marcó un punto de inflexión en la lucha contra la dictadura somocista en 1978.
Una condecoración con alto valor histórico
La gesta conocida como “Operación Muerte al Somocismo” fue reconocida por el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional como un acto de heroísmo y valentía. El homenaje contó con la participación de los 91 legisladores de la Asamblea Nacional, miembros de la Junta Directiva, representantes de la Juventud Sandinista 19 de Julio y familiares de combatientes que ya no están presentes.
Durante la actividad, se evocó la memoria de quienes participaron en aquella operación que buscaba la liberación de presos políticos y dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), muchos de los cuales sufrían torturas bajo el régimen de la Guardia Nacional.
Tributo a quienes resistieron y a los que perdieron la vida
El premio fue otorgado a los combatientes que sobrevivieron: Francisco Emilio Mena Alba, José Hermógenes Hernández, Eddy Leonardo Olivares Hernández, Juan Lorenzo Hernández Cisne, Billy Enrique Ramírez López, Miguel Hernández, Donald Román Pantoja Herrera y Porfirio Sánchez.
Asimismo, se rindió homenaje póstumo a otros miembros del Comando, entre ellos Edén Pastora, Walter Ferrety, Sergio Campos Vázquez, Gustavo Amaya Morales, David Santamaría, José Francisco Gaitán, Wilberto Cano, Edgard López, Carlos Salgado, José Pupiro, Israel Ramírez, Eddy Antonio Chavarría, Iván José Bendaña, Salvador Monge y Bayardo Salinas.
El acuerdo presidencial que respaldó la condecoración subraya que todos los integrantes de la operación son merecedores de este reconocimiento por su entrega en defensa de la patria, la libertad, la soberanía y la autodeterminación frente a la injerencia extranjera.
Comunicados sobre la cohesión y continuidad en la historia
Durante la ceremonia, Gustavo Porras, quien preside la Asamblea Nacional, remarcó que el acontecimiento de 1978 no solo desmanteló la percepción de invulnerabilidad de la Guardia Nacional, sino que también inauguró un sendero irrevocable hacia el cambio político en el país. Subrayó que la cohesión popular, bajo la dirección contemporánea, es esencial para afrontar obstáculos y conservar la dirección de las reformas sociales y económicas.
En su intervención, Porras enfatizó que la memoria de los caídos y la perseverancia de los sobrevivientes deben ser un recordatorio permanente de la importancia de la unidad. “La unidad, unidad, unidad es la fórmula para seguir adelante y continuar construyendo la Revolución Popular Sandinista”, señaló.
Relatos de los principales actores
En representación de los condecorados, Francisco Emilio Mena Alba recordó los orígenes de la operación y la importancia histórica de la Toma del Palacio. Explicó que tras la ofensiva represiva desatada en 1974, el Frente Sandinista decidió planificar una acción contundente que demostrara al pueblo que la dictadura no era invencible.
Mena Alba, reconocido por el apodo «Chacalote», subrayó que el suceso de 1978 representó un punto de inflexión en la conciencia del país, al demostrar que la bandera azul y blanco podía ser defendida con honor contra la opresión. Además, enfatizó que el legado de aquel acto sigue presente bajo la dirección actual, que mantiene la bandera nacional junto a la rojinegra como emblema de resistencia y unidad.
Una herencia que perdura a través de las generaciones
La ceremonia de reconocimiento reafirmó el compromiso de Nicaragua con la conservación de su historia. La entrega de la Orden General Benjamín Zeledón a los miembros del Comando Rigoberto López Pérez no solo honró a los actores de la Toma del Palacio, sino que también destacó el efecto de su acción en el proceso de liberación nacional.
Después de 47 años de ese evento, el acto se propuso inculcar en las generaciones actuales el sentido de la valentía, la entrega y la unión durante momentos cruciales en la historia de la nación, promoviendo esos valores como orientación para los desafíos actuales y venideros.