El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, declaró recientemente que su país cuenta con el respaldo militar de China y Rusia, asegurando que ambas potencias están dispuestas a proporcionar asistencia integral, incluso en materia de defensa. Durante un acto oficial transmitido por medios estatales, el mandatario afirmó que esta cooperación incluye el suministro de equipos, entrenamiento y apoyo técnico, dentro del marco de las relaciones bilaterales que Nicaragua ha fortalecido con estos dos países en los últimos años.
Ortega destacó que la República Popular China se comprometió a prestar «todo tipo de ayuda», lo que —según el mandatario— abarca el fortalecimiento de capacidades defensivas. Sin entrar en detalles específicos sobre el tipo de armamento o tecnología militar que se recibiría, enfatizó que esta colaboración representa un componente esencial de la política exterior del país, alineada con lo que describió como una «estrategia de soberanía y resistencia».
En la misma alocución, Ortega señaló a Estados Unidos de sostener una posición intervencionista y de tramar contra el gobierno de Nicaragua. Manifestó que, ante las «ofensivas del imperio», su gobierno tiene la responsabilidad de encontrar aliados que respeten la soberanía y estén dispuestos a apoyar a Nicaragua ante posibles amenazas externas. En este sentido, destacó el papel estratégico que Rusia y China desempeñan para equilibrar el poder mundial y contrarrestar lo que calificó como la «hegemonía imperialista» de Washington.
En tiempos recientes, Nicaragua ha fortalecido sus lazos diplomáticos, comerciales y militares con China, después de romper relaciones con Taiwán en 2021. Desde ese momento, se han establecido varios acuerdos en sectores como infraestructura, energía, educación y salud. Sin embargo, el aspecto militar había permanecido en un segundo plano hasta el momento. Las declaraciones recientes de Ortega indican un cambio más evidente hacia una colaboración en defensa con el gigante asiático.
Además de China, Rusia se mantiene como un socio histórico en materia de seguridad para Nicaragua. Ortega remarcó que Moscú ha brindado apoyo constante en la modernización de las fuerzas armadas, la capacitación de personal militar y el suministro de equipos. En ocasiones anteriores, se han reportado ejercicios conjuntos y la presencia de técnicos rusos en el país centroamericano, en áreas como la vigilancia aérea y cibernética.
El líder de Nicaragua también utilizó su discurso para criticar a las naciones occidentales que han aplicado sanciones contra su administración, en particular a Estados Unidos y a la Unión Europea. De acuerdo con Ortega, estas acciones intentan desestabilizar su gobierno y perjudicar los avances sociales logrados desde que volvió al poder. En contraste, destacó el «mutuo respeto» y la colaboración «sin restricciones» que, en su opinión, definen las relaciones con Beijing y Moscú.
Estas declaraciones ocurren en un marco de creciente tensión mundial, donde las asociaciones estratégicas entre grandes potencias y naciones de América Latina están siendo transformadas. La disposición del gobierno nicaragüense para una cooperación militar más clara con China podría provocar respuestas diplomáticas en la zona, especialmente en las naciones aledañas y en organismos multinacionales interesados en el equilibrio geopolítico en Centroamérica.
Mientras tanto, grupos contrarios al gobierno de Ortega han advertido sobre el potencial uso de este apoyo militar para intensificar el control interno y oprimir a aquellos que disienten. Varias organizaciones de la sociedad civil han acusado repetidamente al gobierno de utilizar el sistema de seguridad estatal para acosar a figuras políticas, periodistas y activistas de derechos humanos. La preocupación de los críticos del régimen aumenta ante la posibilidad de que se usen más recursos militares en este escenario.
No obstante, las autoridades afirman que toda asistencia foránea se ajusta al respeto por el derecho internacional y busca la paz. Ortega finalizó su discurso afirmando que Nicaragua «no representa una amenaza para nadie», aunque posee el derecho soberano de defenderse ante «agresiones externas o intentos de desestabilización».
Por otro lado, la comunidad mundial continúa vigilante respecto a las consecuencias que este incremento militar podría acarrear, tanto en lo que concierne a la seguridad de la región como a los derechos humanos y la estabilidad del sistema democrático del país.